domingo, 20 de enero de 2013

PRIMEROS DIPLOMAS GLORIOSOS 2013


PRIMEROS DIPLOMAS GLORIOSOS 2013
Coincidiendo con la primera actividad viajera del año en curso se han entregado en el municipio madrileño de Chinchón los dos primeros diplomas de esta temporada.
Como agradecimiento a su profesionalidad  y  calidad restauradora se otorgó al Restaurante La Casilla, de esta localidad madrileña.
El diploma fue entregado por José Fernández palacios a su propietario tras el almuerzo del Glorioso Mester en dicho establecimiento
Paula Flórez y Pepe Fernández entregando el Diploma

Antes de la conferencia celebrada en el Auditorio de la  Casa de la Cultura Manuel Alvar, en la que fue ponente el socio del Glorioso Mester D. José Fernández Palacios, sobre el tema Goya, Chinchón y la Condesa, se entregó un diploma por el gran servicio que presta la Oficina municipal de Turismo de Cinchón. Dicho diploma se le entregó a la Exma. Sra. alcaldesa del municipio Dª Luisa María Fernández de manos del Presidente del Glorioso Mester Jesús García y Jiménez
Jesús García y Jiménez, Presidente del Glorioso Mester y
Dª Luisa María Fernández alcaldesa de Chinchón.


CHINCHÓN: MUCHO MÁS QUE ANÍS Y AJOS





  Por Miguel Ángel Uceda
 Jefe de Redacción GLORIOSA GACETA DEL MESTER
 




A
manece el 19 de enero gris y encapotado, llueve sobre la capital; lluvia persistente que nos acompañaría visiblemente durante caso todo el recorrido. Las gotas de lluvia con su monotonía hieren en hilera los cristales del autobús mientras recorremos los cuarenta y cuatro kilómetros de distancia que nos separa de la muy noble ciudad de Chinchón.
Chinchón desde el castillo


Dicho municipio madrileño, al igual que muchos de toda la geografía, posee muchos “pseudo conocedores” pero pocos y verdaderos que puedan afirmarlo con solemnidad; estúpido sería creer que se conoce un lugar por solo el mero hecho de solo haber comido en uno de sus muchos mesones y sin conocer mínimamente algo de su nutrida historia. Pero esos son simples comentarios que dejan en evidencia al profano y carecen de interés para el verdadero viajero siempre ávido de conocimientos y que le encanta repetir lugares que aun por mucho de hacerlo siempre se quedará con ansia de conocer más de ellos.

Como urbe moderna y relativamente poblada, con casi casi 5.500 vecinos censados, cuenta prácticamente con todo tipo de servicios
Ningún dato se escapa a nuestra atención, desde esa historia que comienza poco después del año mil con las repoblaciones de Alfonso VI de León, y la que ha contemplado su Plaza Mayor, conocida localmente como Plaza de los Toros, desde sus 234 balconadas de madera, que allí llaman “claros” que a principio de los años cincuenta del pasado siglo fue testigo del rodaje de unas escenas con Mario Moreno (Cantinflas) de La vuelta al mundo en 80 días. Hasta una coronación real, la de Felipe V. Divisar algo que se antoja curioso, como una iglesia sin torre y una torre sin iglesia; recordar que allí se celebró la primera corrida taurina con motivo de la celebración de los esponsales de Felipe el Hermoso y Juana, la hija loca de los Reyes Católicos.
Castillo de Chinchón

Y si no teníamos bastante con las destilerías de anís, hemos de recordar que la duquesa Ana de Osorio trajo del Perú quina para curarse de los males que contrajo en las entonces colonias, dando lugar al célebre licor de quina conocido actualmente, y que en Chinchón llamaron los polvos de la condesa.
De su castillo, que visitamos de entrada, sabemos que  fue edificado en la segunda mitad del siglo XVI por orden de Diego Fernández Cabrera III, conde de Chinchón. Su aspecto responde a las características propias de la arquitectura renacentista. Robusto y muy horizontal, buscaba evitar el fuego de artillería enemigo. Los muros en talud obedecen a la intención de dificultar el acceso de zapadores. El castillo fue abandonado en el siglo XVIII tras ser residencia de los condes de Chinchón durante doscientos años. La guerra de Sucesión supuso el comienzo de su deterioro final ya que las tropas imperiales del marqués de la Mina lo asediaron y destruyeron. Su último uso en el siglo XX fue como fábrica de licores. En 1520, los comuneros atacaron el castillo del vasallo de Carlos V y lo destruyeron. La reconstrucción la dirigió don Fernando Cabrera y Bobadilla I Conde de Chinchón. En 1706, como consecuencia del apoyo del pueblo a la causa de Felipe V, las tropas del archiduque Carlos causaron graves destrozos en el castillo. Mientras tanto, el pueblo había ido creciendo en importancia, los edificios barrocos son de este período, y la Plaza Mayor se consolidaba como centro del poder público.

Años antes y concretamente en 1498 los entonces aldeanos de Chinchón se "mudaron" a lo alto de la colina más próxima debido a una infección de mosquitos dando lugar con ello una reconstrucción total del pueblo. De ahí se puede observar que la Plaza Mayor es irregular debido a que en esa época las plazas mayores eran irregulares y alrededor de las casas al principio se guardaba el ganado para que los ganaderos que vivían en la Plaza Mayor pudieran verlo sin salir de su casa (desde el balcón). Gracias a ello evolucionó y con ello es obvio decir que el ayuntamiento era una antigua casa de un ganadero que se compró en su tiempo para una sala de reunión del pueblo para debatir los problemas del mismo.

El recorrido urbano que comenzó rayando las 11 de la mañana y que también nos ha permitido contemplar un lienzo de Francisco de Goya que alberga la iglesia parroquial de la Asunción (Cuya construcción se inició allá en 1534 como capilla adosada al palacio condal con un proyecto de arquitectura gótica, de manos de Alonso de Covarrubias) finaliza minutos después de la una del medio día (afortunadamente mucho antes el tiempo meteorológico nos ha dado una tregua) nuestro anfitrión y guía Pepe Fernández Palacios, historiador y guía de la vieja guardia del Glorioso Mester, ha sido magnánimo con nuestras personas, ya demasiado mojadas por fuera, para concedernos la gracia de tomar unos vinos de la tierra y poder hacerlo por dentro antes del yantar, en cuanto a mojarse se refiere.
Como no podía ser menos a eso de las dos de la tarde el restaurante La Casilla, sito en la calle Grande 32, nos abre sus puertas para que el contingente de nuestra entidad pueda dar cuenta de un almuerzo típicamente chinchonense, de esos que calman las hambres más desaforadas.
Posteriormente y a la hora muy taurina de antaño, que son las 5 de la tarde, en el Centro Municipal de Cultura tiene lugar la conferencia Goya, Chinchón y la Condesa, a cargo también de Fernandez Palacios.
Dicha ponencia reflejó unos aspectos totalmente desconocidos tanto del municipio como de los personajes que salieron a colación en la misma. Este acto constituía en si el verdadero objetivo de la actividad.
Anochecía a nuestra salida y apenas llovía en la calle, un opcional refrigerio;  junto a la rotonda a la entrada del municipio nos espera el bus de nuestros colaboradores de la empresa Cartur que nos retornaría a la Villa y Corte.

En esta Gloriosa actividad viajera, por méritos propios, se entregaron diplomas Gloriosos de reconocimiento tanto a la Oficina de municipal de Turismo que se entregó en el acto final en manos de la alcaldesa del municipio Dª Luisa M. Fernández, como al Restaurante la Casilla tras los postres.
José Fernández Palacios, Jesús García y Jiménez y Luisa Mª Fernández (Alcaldesa de Chinchón)

La organización del evento vespertino contó con la colaboración de la Concejalía chinchonesa de Cultura, la Asociación de amigos de la Biblioteca y Archivo Histórico de Chinchón y, por supuesto, del Glorioso  Mester, que en esta actividad ha puesto de relevancia que Chinchón, es algo más que anís y ajos. 

Antes de las pasadas Navidades, la alcaldesa de la ciudad de Chinchón Dª Luisa María Fernández y  Fernández, concedió una entrevista al Glorioso Mester, por medio de sus socios José Fernández Palacios y Jesús García y Jiménez en la que desinteresadamente  ofreció su colaboración a través de la Sra. concejala de Cultura para la celebración de la conferencia que puso el broche de oro a esta actividad.


miércoles, 16 de enero de 2013

HIMNO AL GLORIOSO MESTER

HIMNO AL GLORIOSO MESTER

Hoy podemos anticipar que ha sido una gran alegría para este colectivo viajero, a través de Pedro Nebreda el compositor del tema nos ha llegado la primera grabación del Himno al Glorioso Mester.

Se puede escuchar en este enlace:
http://youtu.be/8G7tdTHCyFA


Como ya hemos indicado la música es obra de Pedro Luis Nebreda y la letra de Apuleyo Soto Pajares.
Queremos enviarles a ambos un fuerte abrazo con nuestra gratitud

Apuleyo Soto
Pedro Luis Nebreda

miércoles, 9 de enero de 2013

Esconjuraderos

LOS ESCONJURADEROS


  POR:   JESÚS GARCÍA Y JIMÉNEZ
       







L
os esconjuraderos (O esconjuranderos), palabra que proviene del aragonés esconchurar: conjurar, son un elemento arquitectónico característico de la cultura y tradiciones pirenaicas, con fuerte presencia en el pirineo aragonés. Los esconjuraderos son pequeñas construcciones o templetes que desde el siglo XVI al XVIII se construyeron específicamente para albergar rituales destinados a esconjurar o conjurar tormentas o tronadas, las plagas y otros peligros que amenazaban a las cosechas.
Son de geometría simple y precisa, con arquitectura sobria y fría, escasísimos elementos decorativos y confeccionados con materiales comunes (mampostería, piedra tosca para vanos y cubiertas, losa de piedra o teja árabe). Las paredes pueden alojar vanos de diferentes tamaños, generalmente arco de medio punto. El suelo se unifica con lajas de piedra, ladrillo o cantos rodados, mientras que la cubierta se realiza mediante bóveda esquifada, semiesférica o falsa cúpula.

Suponen una importante muestra y testigo de la cultura pirenaica. La sociedad montañesa atendía los aspectos de la climatología con la misma superstición y prácticas que en otros aspectos de la vida cotidiana. Los esconjuraderos configuraban un espacio importante desde el cual el sacerdote y la población invocaba para desviar o deshacer las tormentas o tronadas que pudiesen malograr los campos y cosechas. Es por ello que éstas edificaciones se localicen en puntos donde existe una amplia panorámica del horizonte.
Los rituales destinados a esconjurar tormentas y plagas se enmarcan dentro de las creencias y prácticas de una sociedad que creía firmemente en que los rituales mágicos-religiosos eran la única arma con la que contaban para poder controlar el efecto devastador de la naturaleza sobre su vida. Una sociedad rural con grandes dificultades para el cultivo (escasez de agua o escasez de tierra; orografía abrupta, dificultades técnicas…) era sumamente sensible a los fenómenos naturales cíclicos como las sequías, los pedriscos estivales o las tormentas.
Por eso no es raro comprobar que en la vida cotidiana tradicional pirenaica existía gran número de rituales relacionados con la protección de las casas, las personas, los campos, los animales,... [Como por ejemplo los espantabrujas en las chamineras (chimeneas tradicionales) o los cardos y patas de animales en las puertas de las casas].

En muchos lugares de nuestra geografía peninsular, este rito lo llevaba a cabo algún paisano/a de su localidad tocando las campanas, rezando mientras oraciones a Santa Barbara, con el fin de espantar los nublos, pero fuera de estos templetes inexistentes en esos lugares, y ausencia del presbítero local.
Como tantas otras tradiciones de origen pagano, este intento de control de la naturaleza que el ser humano realizaba desde tiempos ancestrales fue cristianizado por la Iglesia, pasando a formar parte de la liturgia católica. En ese contexto se enmarcan los rituales para esconjurar. Según algunos autores, desde comienzo del siglo XVI están documentados los esconjuros realizados en los pórticos, ventanas o campanarios de los templos. Las referencias a estos rituales salpican la provincia de Huesca y no parece raro que se crearan diversos templetes destinados específicamente a ese fin.


Si bien la misión prioritaria de estos rituales fue probablemente el ahuyentar las tormentas o tronadas y proteger los campos de los devastadores efectos de rayos y pedrisco, también está documentada su misión como ahuyentador de plagas y animales nocivos. Además, en la Edad Media existía la creencia generalizada de que existían personas con poderes especiales capaces de realizar encantamientos que provocaran tempestades y huracanes. De hecho, la Iglesia admitía que podía haber seres humanos, como profetas, que con sus plegarias pudiesen conseguir la lluvia o hacer que cayese fuego o granizo. También permitía la realización de misas para obtener la lluvia o para conjurar calamidades naturales. Es decir, existía la creencia común de que ciertas personas podían manipular las fuerzas de la naturaleza, en un sentido positivo para el ser humano, o en contra del mismo. Por tanto se comprende que en muchos casos los vecinos pensasen que la tormenta que había arruinado sus cosechas había sido originada por las artes de alguna bruja u otro agente mágico.
Se trata de un elemento predominantemente presente en el pirineo aragonés, aunque existen también ejemplares en Lérida, Gerona y la vertiente francesa, fruto de una cultura tradicional pirenaica con numerosas características comunes. En Aragón, los esconjuraderos se ubican en la zona septentrional del territorio, en el Prepirineo y Pirineo. En la actualidad, los esconjuraderos conocidos se localizan especialmente en la comarca de Sobrarbe, aunque existen también ejemplares en la Hoya de Huesca, el Somontano de Barbastro y la Jacetania, existiendo la posibilidad de que estudios futuros identifiquen en Aragón otros ejemplares que hayan pasado desconocidos o desapercibidos hasta el momento. En las vecinas provincias de Lérida y Gerona existe la figura del comunidor como elemento arquitectónico con funciones similares a los esconjuraderos aragoneses.
Lo que es cierto que desde el sitio estratégico de dichas construcciones hogaño el viajero puede contemplar  los bellos paisajes que rodean el entorno
En cuanto por lontananza se divisaban negros nubarrones que pudieran traer tormenta, el pueblo entero con el párroco a la cabeza se protegían en el esconjuradero y desde allí comenzaban a conjurar a la tormenta para que alejara de ellos el temido granizo que arruinaría sus cosechas.

El rito no era muy complicado. Unas plegarias a Santa Barbara protectora de las tormentas, una rociada de agua bendita por parte del cura y un conjuro en forma de palabras mágicas, que había que tocar todos los palos posibles para evitar que el cielo cayera sobre sus cabezas.
La fórmula más usada o al menos de la que se tiene constancia decía:
“Boiretas en San Bizien y Labuerda: no apedregaráz cuando lleguéz t’Araguás: ¡zi! ¡zas!”
Supongo que el el zi-zas último iba acompañado de sendos y enérgicos meneos con el hisopo (palito) del agua bendita.
¿Y qué hacía el cura celebrando y apoyando un ritual con cierto tufillo a pagano? Se estarán preguntando ustedes.  Pues aunque efectivamente los orígenes de los esconjuraderos se pierden en el tiempo y se creen anteriores al cristianismo, era una costumbre tan arraigada por la zona que es de suponer que  la Iglesia decidió usar la táctica que tan buenos resultados le ha dado siempre; Si no puedes eliminarlo, hazlo tuyo.
Y de este modo tenemos a un cura católico dirigiendo una ceremonia pagana.
Fotografías: internet Ilustración: Regino Pinilla



domingo, 6 de enero de 2013

Enero 2013 GLORIOSA GACETA DEL MESTER

GLORIOSA GACETA DEL MESTER
ENERO 2013
Hola a todos. Os remito el último ejemplar de la Gloriosa Gaceta de Mester (Enero 13)
Revista pionera de turismo de interior en formato digital
Si quereis recibirla grauita y mensualmente, enviar correo a comunicacion@gloriosomester.com
Saludos
Click en el siguiente enlace, donde la podrás visualizar, bajar, imprimir etc
http://issuu.com/gloriosagacetadelmester/docs/30._gaceta_enero.-13
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