sábado, 31 de agosto de 2013

Taramundi, el corazón celta del occidente asturiano

Taramundi, el corazón celta del occidente asturiano
POR JESÚS ÁVILA GRANADOS
Glorioso Mester



A
 comienzos de los 80 –hace ahora 30 años–, surgió en el Occidente de Asturias uno de los grandes logros socioculturales de nuestro país: el nacimiento del turismo rural. Fue concretamente en Taramundi, gracias al impulso del Ayuntamiento local, a su alcalde, a las gentes de todo el concejo y al apoyo recibido del Gobierno del Principado de Asturias, iniciativa que contó con el respaldo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Consecuencia de ello, Taramundi ofrece La Rectoral, así como la más sugestiva oferta de hostelería, restauración y museística, convirtiéndose en referencia obligada a nivel mundial; un libro abierto para aprender los secretos de la cultura que motive al viajero más exigente y un paraíso en la tierra, en todos los sentidos, porque nada en este concejo está puesto al azar.


     La villa de Taramundi, capital del citado concejo, es un pueblo tranquilo, acurrucado sobre laderas que ahondan en barrancos abiertos por el Turia y sus afluentes. Las casas, de pizarra –de color marrón–, encaladas, con balcones de madera y tejados de piedra–en losas planas de pizarra de color azul–, se ofrecen de golpe al viajero, tanto entrando por Galicia (Pontenova) como por el litoral asturiano (Castropol). Desde la zona más elevada se obtiene la mejor panorámica de Taramundi, con las espectaculares brañas que culminan sus cumbres y los abismos creados por los ríos y torrentes. Llaman la atención las casoas (casonas), algunas de indianos (emigrantes del terruño que hicieron construir a su regreso de las Américas), que salpican un paisaje de verdes, desde donde se llevaban a cabo las explotaciones agrarias y ganaderas.

EL AGUA COMO PROTAGONISTA

Taramundi es, junto con Guadalest (Alicante), el municipio español con mayor número de museos por metro cuadrado. Actualmente son seis con los que cuenta este concejo del occidente astur:
Os Teixois, Mazonovo, el Telar, Esquius, el Museo de la Navaja, en Pardiñes, y la Casa del Agua, en Bres, abiertos gran parte del año.
En ellos el visitante tiene oportunidad de regresar, a través del túnel del tiempo, a la artesanía de la navaja, a los ingenios del agua, la sidrería, etc. Horacio García Cotarelo, uno de los grandes protagonistas de los logros alcanzados en Taramundi, nos dice que aún hay otros dos grandes proyectos en marcha. El agua es, desde los tiempos antiguos, la fuerza vital del paisaje de este territorio de bosques y montañas, de cascadas, arroyos, grutas y caseríos, hórreos y ferrerías, mazos y molinos. Por ello, tanto dentro del pueblo, como recorriendo la amplia red de senderos, siempre está presente el rumor del agua, configurando una atmósfera que nos traslada a la mágica cultura de los druidas.

     Pero no se olvide de visitar Os Teixois, el más interesante conjunto etnográfico de tradición celta de nuestro país, donde se dan cita una amplia colección de ingenios hidráulicos (mazo, molino harinero, batán, rueda de afilar…); además de una pequeña central hidroeléctrica, que facilita el funcionamiento gracias a la energía que aporta el agua del arroyo de las Mestas. La condición de tierra salvaje y aislada, olvidada por las principales vías de comunicación, obligó a los campesinos a ingeniarse las  formas de subsistencia durante siglos. Y gracias a la riqueza de minerales en estos lugares, especialmente el hierro, así como  a la singular abundancia de aguas, se llevó a cabo, a partir del primer tercio del siglo XVIII, el desarrollo de una industria basada en el aprovechamiento integral del líquido elemento como fuerza energética para realizar distintas actividades. Os Teixois es uno de los centros más interesantes para conocer, en pleno  funcionamiento, estos singulares artilugios hidráulicos. Es fácil imaginar este lugar, en tiempos pasados, si cerramos por unos momentos los ojos y evocamos el camino seguido por los veneiros, transportando las venas de hierro a este centro de producción.
El occidente astur es el territorio que ha conservado la mayor riqueza del legado celta de nuestro país.
“Taramundi, como lamentablemente otros muchos pueblos asturianos, estaba condenado a desaparecer. Con La Rectoral como buque insignia, se logró recuperar la fe y el optimismo a las gentes de la villa y del resto del concejo, que, en definitiva, fueron los verdaderos artífices de todo este milagro. En nuestros días, La Rectoral es cita obligada del turismo rural en España; aquí vienen de todas las comunidades autónomas, incluyendo las islas Baleares y Canarias, interesados por conocer los pasos que se dieron, va a ser tres décadas, para trasladar a sus respectivas regiones estos avances conseguidos y los pasos que tuvieron que llevarse a cabo”, nos dice con especial énfasis, Eduardo Lastra Pérez, el alcalde. Y Horacio García lo confirma: “Si las gentes no hubiesen secundado el proyecto de turismo rural, no se habría conseguido nada”.

(Publicado en la revista Escuela el 4-10-12) Con autorización del autor.

TOLEDO: IMPERIAL Y UNIVERSAL


 TOLEDO: IMPERIAL Y UNIVERSAL

Por José Antonio Gonzalez Pereira
Glorioso Mester.


S
in lugar a dudas, dentro del panorama del turismo cultural, Toledo al igual que muchas ciudades europeas y del mundo mundial, no necesita ningún tipo de promoción para ser visitada. Solo hablar de Toledo evoca mucho más que esa ciudad de espadas y mazapán por donde pululan a sus anchas los japoneses en grupo precedidos de su guía que les abre paso con su paraguas en alto plegado o banderita para no escabullirse entre las multitudes que se agolpan en sus principales y estrechas calles y monumentos.



Si algo transciende los muros de esta ciudad, en cuanto a su población se refiere, es el hecho de ser unos BOLOS. Este adjetivo, tal y como es usado en Toledo presenta más connotaciones cariñosas que agravativas. Un toledano nunca usaría para insultar el término bolo. Así, expresiones como, “si bolo, “no bolo”, “anda bolo”, “tontolbolo”, o “que bolo eres” forman parte del  léxico toledano, a modo de seña de identidad local.

Más retorcido que el extraño uso que de bolo hacen los toledanos es su origen. Tanto que aún hoy sigue siendo un reto para los etimologistas. Son varias las versiones que explican el origen del término, y todas con el mismo grado de indemostrabilidad.

La más antigua data del siglo VI, concretamente el año 589. En este año se celebró el III Concilio de Toledo, en él el rey Recaredo abjuró públicamente del arrianismo para reconocer a la iglesia católica. Al tomar juramento al rey, se le formuló una pregunta que era algo así como “Queréis abrazar la verdadera fe católica, etc.”. La respuesta del Rey fue: “Ego volo” (= sí, quiero).

La explicación más aceptada sitúa el origen del término en el siglo XIV. De aquella época fue el arzobispo de Toledo Gil Álvarez de Albornoz, quien fundó el Real Colegio Mayor de San Clemente de los Españoles en Bolonia, Italia. Por el fuerte vínculo de su fundador con la ciudad, fueron muchos los Toledanos que cursaron allí sus estudios. A los que volvían a Toledo licenciados de Bolonia se les empezó a llamar Bolos.

Pero no quedan ahí las versiones. Puede que tenga un origen vasco. Ya que  la industria armera de Toledo se surtía de aceros que suministraba las acerías vascas. Las muestras de ese producto eran unas bolas de acero al carbono que en la jerga siderúrgica se denominaban “bolos”. Así, los vascos se referían a Toledo como “la provincia de los bolos”. Pasando la  asignación a sus habitantes.

Incluso hay quien apunta a que la denominación proviene de los cantos rodados o bolos originados por la erosión del río Tajo.

Como veis hay versiones para todos los gustos, ¿con cuál te quedas?



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