Club Glorioso Gourmet
Cosas que nunca debes hacer en un restaurante
Por: Mikel López Iturriaga
Fotografía Jesús García y Jiménez (Glorioso Mester) |
A todos nos gusta salir a comer o cenar, y a todos nos disgustan las
experiencias negativas cuando vamos a un restaurante. Sin embargo, a veces los
propios comensales somos en alguna medida responsables del desastre, al no
seguir unas mínimas normas básicas que nos ahorrarían frustraciones a nosotros
y a nuestros compañeros de banquete. Hace ya meses, el bloguero estadounidense Adam Roberts reunió sus "10
cosas que estás haciendo mal en los restaurantes" en un artículo para el Huffington Post, y desde entonces he
querido escribir mis recomendaciones. Éstas son las nueve cosas que yo nunca
haría.
Comerte lo que te echen
Si algún plato tiene una falta grave, debemos tragarnos las vergüenzas y
devolverlo a la cocina explicándole por qué al camarero con mucha educación. En
el fondo, le estamos haciendo un favor al restaurante, que así podrá corregir
el error, mejorar y a la larga ganar más dinero. Desde luego que la reclamación
ha de estar acorde con el establecimiento: no se puede exigir igual en una casa
de menú a 9 euros que en un restaurante gastronómico de a más de 100. Pero es
precisamente en los sitios finos donde nos reprimimos más a la hora de
quejarnos quizá por el miedo a pasar por ignorantes, cuando debería ser justo
lo contrario.
Pedir la carne muy hecha
El cocinero neoyorquino Anthony Bourdain lo cuenta en sus 'Confesiones
de un chef': los restaurantes destinan los peores
trozos de carne a los clientes que la piden muy hecha. Es mucho más fácil de
camuflar una mala pieza si se sirve requetepasada, mientras que en las carnes
al punto o sangrantes el engaño es más complicado.
Ignorar las temporadas
Todos lo hemos hecho alguna vez, pero no existe vía más directa al fracaso que
elegir un plato con ingredientes (sobre todo verduras y frutas) que no estén en
temporada. ¿Ensalada de tomate en invierno? Tomarás poliespán teñido de rojo.
¿Alcachofas con jamón en verano? Serán de bote y habrán fallecido víctimas del
ácido cítrico. ¿Fresas en otoño? De la Conchimbamba y a precio de oro. Si se
desconoce el calendario, lo mejor es preguntar si el ingrediente principal del
plato es fresco y local, o guiarse por un principio básico que casi siempre se
cumple en las verduras: hojas, otoño-invierno; frutos, primavera-verano.
Ser tiquismiquis con los ingredientes
Cuando te pones plasta con los ingredientes de los platos -”¿puede ser sin
aguacate, sin cebolla y sin comino, que no me gustan?”- no sólo estás irritando
a los demás comensales al alargar las peticiones con tus dudas. Si el cocinero
accede a quitarlos, es más que posible que destruyas el equilibrio que él
buscaba al preparar la receta. Cuando no te gusta algo de lo que lleva un
plato, mejor pedir otra cosa. Y si no te gustan muchas cosas, quédate en tu
casa, pide cuentas a tus padres por no haberte enseñado a comer como Dios manda
o espabila de una vez, que ya no tienes 10 años.
Ir a fumar o al baño cuando no toca
Las saliditas a fumar o al baño deben hacerse siempre en momentos en los que no
interrumpan el ritmo de la comanda o del servicio. Si vas antes de empezar a
comer, hazlo después de haber pedido para que no se retrase el proceso por tu
culpa. Durante la comida es de pésima educación largarte a echar un cigarro y
obligar al resto de la mesa a esperar tu vuelta para el segundo o el postre. No
es una cuestión de intolerancia, sino de respeto al prójimo.
Confundir al camarero con un amigo (o con
un enemigo)
Gracias a sus indicaciones, consejos y amabilidad, los buenos camareros logran
que la experiencia de comer fuera sea mucho más placentera. Lamentablemente,
son una especie profesional en peligro de extinción, puesto que muchos
hosteleros piensan que no se necesita ningún tipo de talento o cualificación
para desempeñar dicha tarea. En este contexto, conviene mantener una relación
cordial con los que te están sirviendo -mostrarse maleducado acaba jugando en
tu contra-, pero sin ceder a la presión de sus recomendaciones -pueden ir
encaminadas a endilgarte cosas que deben salir de la cocina o a clavarte en la
cuenta. Ten en cuenta lo que digan... pero pide lo que te apetezca.
Pedir pescado un lunes
En los tiempos en los que la mayoría de la gente compraba en los mercados, esto
no hacía falta ni explicarlo. Pero con la implantación de los súper y su
obsesión por darlo todo todos los días, se nos ha olvidado que los lunes no hay
pescado fresco. Consecuencia: si ese día de la semana comes algo en un
restaurante que haya salido del mar, será congelado o de hace días.
Usar el móvil
Poco tengo que añadir a lo
dicho por la escritora Elvira Lindo en un artículo reciente.
Estar con el móvil adelante y atrás durante una comida no sólo es de mala
educación, sino también una soberana horterada. Además de llenar el buche,
cuando comemos estamos disfrutando de un placer y comunicándonos con nuestros
compañeros de mesa. Y las llamadas, los mensajitos, los whatsapp y los tweets interrumpen ambas cosas.
Al 99,9% de tus comunicaciones no les pasa absolutamente nada por esperar hora
y media, así que silencia tu iPhone y deja de molestar.
No mirar la cuenta
Algunas personas consideran una vulgaridad comprobar que la cuenta está
bien; otras pasan por simple descuido. Todas ellas se arriesgan a pagar platos
o bebidas que no han consumido. Los restaurantes no tratan de metértela doblada
-bueno, unos pocos sí-, pero un camarero demasiado ajetreado puede cometer
errores en el recuento. No se trata de ponerte a sumar como si fueras un
contable o un descendiente de Mr. Scrooge: basta con asegurarte rápidamente de que la lista es correcta.
¿Hay algo que creas que no se debe hacer
en un restaurante? ¡Compártelo en los comentarios!
Gracias por vuestros comentarios
ResponderEliminarEl articulo no tiene desperdicio.., y es cierto que en muchas ocasiones por verguenza o creerse indiscreto no solemos devolver un plato que no nos gusta o que simplemente no está a nuestro gusto y craso error por que aparte de no disfrutar de esa comida y del momento, luego resulta que como no sabes cual habría sido la buena o mala reacción uno siempre se cree que es mejor el no volver.
ResponderEliminarUn saludo
Existe otro punto importante.
ResponderEliminarNo preguntamos nunca si es mucha o poca cantidad para limitarnos en el siguiente plato... Y así pasa, sobra comida.
Hay quien hipocritamente pide que se lo "envuelvan para su perro" y otros simplemente omiten lo del can.
¿No es mejor informarse antes para que no sobre la comida?
Carlos Cuestas