Crónicas Tvriasonenses
escasos noventa kilómetros de la antigua
Caesar Augusta, agora Zaragoza, se encuentra el enclave de Turiaso actual
Tarazona, ambos enclaves estratégicos de la antigua Hispania romana. Dos
entrañables personajes en el siglo XX con arraigo a su tierra contribuyeron a
su fama: Hablo de Francisca Marqués López, conocida como Raquel Meller; y el
también actor de cine y no menos popular Paco Martínez Soria, ambos oriundos de
esta villa que atraviesa el río Queíles, un aprendiz de río que paradójicamente
es el más caudaloso de España en su manadero.
Con estos simples datos
anecdóticos sería más que suficiente saber que no estoy haciendo otra cosa que
facilitar al lector la introducción invitándole de entrada a la visita
turística incondicional de esta tan maravillosa como antigua ciudad aragonesa.
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Luis Molano y Jesús M. Sahún. en La Corza Blanca |
Un cómodo viaje en un tormentoso
día de primavera, nos ha ubicado en las puertas del Monasterio de Veruela, del
que dicen ser el primero que fundó el Cister en Aragón, pero el Reino de Aragón
de antaño, a la sazón más extenso en superficie que la propia Comunidad
Autonómica actual. Frente a su entrada, separada por la carretera Z-373, se
ubica ajardinado el restaurante La Corza Blanca, rememorando con dicho nombre
al post romántico Gustavo Adolfo Bécquer,
donde el Glorioso Mester ha tenido como anfitrión en el capítulo
gastronómico a su propietario Jesús María Sahún Izquierdo, “Ecochef” acreditado
por la asociación Slow Food, dedicada a proteger las variedades gastronómicas
locales y sus sabores, galardonado el distintivo de los restaurante "km
0", con los que acredita a aquellos establecimientos que fomentan los
productos de proximidad, la biodiversidad (animal y vegetal) y la defensa del
medio ambiente.
El suculento postre de Torrijas
bañadas de chocolate dio paso al siguiente, esta vez eminentemente cultural
guiados por un gran profesional como Santiago,
guía oficial de Veruela (De la empresa Girola Servicios Turísticos, que presta
servicio al monasterio), allí nos acompañó en la visita con el “fantasma”
presente de Bécquer con las Cartas desde
mi celda. Datos más que suficientes para un gran conocimiento del cenobio,
y el agradecimiento a la DPZ por autorizarnos a fotografiar su interior.
Mientras, en su exterior se escuchaba el eco de la lluvia y los truenos en ese
valle que altivamente preside el Moncayo.

Poco antes de las siete arreciaba
el aguacero cuando fieles a nuestra cita acudíamos a la concertada con un gran
amigo turiasonense, que bajo el paraguas nos aguardaba en el umbral de la
oficina de turismo local, (sita en la Plaza de San Francisco, cabe el cenobio
franciscano del mismo nombre que preside dicha plaza) un personaje que para
aragoneses y bastantes foráneos pocas presentaciones necesita: Nos estamos
refiriendo a Javier Bona, un gran experto en Patrimonio que nos va a acompañar
en nuestras andanzas por la judería de la ciudad, fue en su día con justificado
reconocimiento Gerente del Patronato de Turismo de Zaragoza, Concejal de
Tarazona y otra serie de nombramientos que largo sería citar.
La visita concluyo donde deben
concluir todas, en buena tasca con suculentos pinchos y vinito de la tierra,
que aquí es de Campo de Borja.
El descanso del guerrero, es decir, donde se
montó el real tuvo lugar en un agradable establecimiento: Las Brujas de Becquer, sito extramuros del centro propiamente
dicho, pero agradable por servicio, calidad y profesionalidad y todo positivo
en lo que a valor humano se refiere.
A la alborada del nuevo día, la lluvia ha
remitido, nubes y claros alternan en la cúpula celeste, día triste por eso de
ser el último y nuestros sentimientos han calado en estas tierras aragonesas.

Igualmente, en alarde de
puntualidad cuando las campanadas dan las 10 nos reunimos con una gran
profesional de turismo: Pilar Velilla Pueyo, que durante casi dos horas será
nuestra guía; nueva subido por las mismas calles hasta el Ayuntamiento, frente
al mismo se alberga un edificio, casa natal Del
gran Paco Martínez Soria. Ascendemos por empedradas cuestas hasta el
barrio del Cinto, donde pasamos por calles, callejas y callejones con nombres
evocadores: La Traición, Barbacana… Hemos llegado junto al Palacio Episcopal,
La Iglesia de la Magdalena y su torre de ladrillo que la separan de su base más
de 400 irregulares peldaños. Una imagen imponente de la ciudad: Plaza de toros
vieja, la Catedral, La Virgen del Río, patrona de la villa…
Pero allí todo está cerca, y una vez en el
atrio catedralicio nos despedimos de Pili, esta sensacional anfitriona y allí
somos recibidos por Lola Zueco, una de las personas responsables como técnico de
patrimonio de la Fundación Zaragoza Monumental, que amablemente y en su día nos
dio todo tipo de facilidades para poder conocer y comprender el conjunto
catedralicio, que hace poco abrió sus puertas tras una forzosa clausura por
obras de recuperación y restauración que se prolongaron por casi treinta años.
Otra gran profesional Ana, se
hace cargo de la visita al interior de la Seo y que durante una hora acapara
toda nuestra atención, otra gran
profesional que sabe tratar al viajero como se debe, en resumen que sabe cuidar
el turismo, este turismo de interior cuya recuperación es un arma cargada de
futuro; Igualmente quede constancia de nuestro agradecimiento al deán
catedralicio don Juan Manuel Melendo, por haber accedido a permitírsenos
ejercer el derecho informativo a la fotografía dentro de la Catedral. Gracias
por todo y a todos
Fotografías: Jesús García y Jiménez
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