sábado, 21 de julio de 2012

La Posada del Peine .




La Posada del Peine

Texto y Fotografías: Jesús GARCÍA Y JIMÉNEZ- Glorioso Mester

Probablemente uno de los hoteles más antiguos de España y la posada más antigua de Madrid. Fue fundada a principios del siglo 17 con el objetivo de acomodar huéspedes y visitantes que llegaron a la Corte, tomando ventaja de la ubicación, ya que la diligencia tuvo su parada principal aquí. En el siglo XIX, que se amplió con el edificio contiguo que daba a la calle de Postas, dando lugar a su dirección actual y el tamaño considerable. La ubicación de la habitación alquilada dependía de "la riqueza de invitados”. En consecuencia, las habitaciones que daban a la calle eran más caros pero más amplias, cómodas y ventiladas que las que se enfrenta el interior. Después de una serie de reformas, que fue absorbida por la cadena de alta tecnología, que reabrió sus puertas a finales del verano de 2005, bajo el nombre de Hotel Petit Palace Posada del Peine.

D
esde muy antiguo evocar la frase comparativa de La Posada del Peine, tenía un apelativo despectivo y de muy mala fama, era como  albergarse en un lugar “cutre y cochambroso”, proclive a huéspedes hampones y de gentes de dudosa reputación, amén del presunto estado donde el viajero convivía con la Jet Society de la fauna microbiana más inmunda y pánico de cualquier exterminador de plagas. Pero al parecer no correspondió exactamente a la realidad y no sabemos el porque de tal injusto descalificativo sobre dicho establecimiento sito en el corazón de Madrid.
Lo que si sabemos y así consta en las cónicas matritenses que el edificio se levantó, o mejor dicho la Posada abrió sus puertas en  1610, en la antigua calle del Vicario Viejo, hoy Marqués Viudo de Pontejos. Atendía las necesidades de los viajeros recién llegados a Madrid en diligencia, puesto que estaba situado frente a la principal parada de los coches de postas, que llegaban a Madrid; ese Madrid de los Austrias truhan de 1600 que fielmente Pérez Reverte nos describe en su obra Alatriste.

  El primer propietario fue Juan Posada, quien abrió sus puertas al público en dicho año En 1796 cambio de propietario, pasando a las manos de  los hermanos Espino, encargaron a Francisco Álvarez Acevedo la ampliación de la Posada, mediante una licencia que permitía edificar una nueva planta en las dos fachadas del edificio. Este trabajo se llevó a cabo bajo el control del arquitecto municipal, Juan de Villanueva.

Alrededor de 1800, se ampliaron sus instalaciones con la construcción de una casa contigua. Tras estas ampliaciones, se realizó otra modificación en 1863. Este nuevo proyecto permitió mejorar el estado estructural de la Posada, y aumentó de nuevo la altura del edificio, contando desde entonces con tres pisos. El proyecto corrió a cargo del arquitecto Juan Antonio Sánchez.

En 1868, año en el que Isabel II fue destronada, Madrid contaba con diversos establecimiento hoteleros pero la demanda crecía sin poder ser cubierta. A pesar de la construcción de los primeros hoteles en los inicios del siglo XX, la Posada del Peine se mantuvo y afianzó como el establecimiento de mayor prestigio de Madrid. Por aquel entonces la Posada contaba con 150 habitaciones. Más adelante, en 1892, para mejorar su aspecto estético y como conmemoración del IV Centenario del Descubrimiento de América, el edificio más antiguo fue coronado con un templete con objeto de colocar un reloj, del que actualmente solo se conserva el hueco vacío de la esfera. Tras pasar por diversas manos, la Posada fue vendida a la casa de relojería Girod quienes incluyeron en el edificio su taller a través de la reforma del ala del primer piso.
Sus puertas se volvieron a abrir, bajo su mismo e histórico nombre, en el año 2006. Se encuentra situada a pocos metros de uno de los arcos de acceso a la Plaza Mayor de la capital, muy cerca de la Puerta del Sol y frente al Palacio de Santa Cruz, actual sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. En un principio, junto a la Posada del Peine se encontraba la principal parada de diligencias de la capital, como aún recuerda el nombre de la calle Postas, donde se ubica el hotel.
Su nombre no es casualidad. Viene dado por un dato muy peculiar: en sus inicios, para impedir que los viajeros se lo llevaran, en sus habitaciones se contaba con un peine atado a una cuerda, como servicio adicional para sus clientes

Su estructura arquitectónica es también peculiar. El hotel está ubicado en tres edificios unidos entre sí, con tres estilos arquitectónicos diferentes que se corresponden con distintas épocas.
Actualmente de la antigua Posada solo se conservan las fachadas de los tres edificios originales, en la que se puede ver escrito su nombre. A lo largo de la historia de la literatura podemos encontrar numerosas referencias a la Posada del Peine. Entre sus paredes se alojaron, entre otros, la viuda de Gustavo Adolfo Bécquer, Casta Esteban, o el pintor José Gutiérrez Solana. El edificio fue además objeto del discurso de ingreso en la Academia de la Lengua de Camilo José Cela. La Posada se mantuvo abierta al público de forma modesta hasta alrededor de 1970, época en la que cerró sus puertas. En 2006 el hotel recuperó de nuevo todo su esplendor de antaño gracias a la inversión y esfuerzo de la cadena hotelera madrileña High Tech, la cual gestiona desde ese año la Posada. De su mano, la antigua Posada se ha convertido en un referente turístico e histórico de Madrid.


3 comentarios:

  1. Gracias por la documentación aportada
    Juan Villar

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  2. Se supone que tendrán guardado el "peine"

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  3. Es algo cómico el peine, pero no cabe en duda de que la historia los caracteriza por ser de mucha seriedad, es difícil encontrar lugares que se conserven por tantos años y sean aún productivos

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