lunes, 27 de diciembre de 2010

Por la cuna de Castilla- Apuleyo Soto / Glorioso Mester

Por la cuna de Castilla
(PUBLICADO EN MONEDA ÚNICA MAYO 2008 83)
Apuleyo Soto
Periodista y escritor, Miembro del Glorioso Mester

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lueve sobre mojado en el Puerto de Somosierra cuando un autocar turístico procedente de Madrid con cuarenta cultos y aguerridos excursionistas -mitad hombre y mitad mujeres aparca a las ocho de la mañana de un día de abril frente al Hostal Mora. Son los integrantes de la Asociación "Glorioso Mester de Picardía Viajera", que comandan Jesús García y Jiménez y su simpática pareja, Paula Flórez Bayo. Yo he llegado antes, con la noche encima, para que los camareros del bar tuvieran dispuestos unos cafés calentitos y algunos orujos frescos y entonadores. Vamos a la "Cuna de Castilla" y sólo hay que perder el tiempo justo.
El Glorioso Mester organiza encuentros turísticos y gastronómicos a sus socios, por muy poco dinero, en todos los rincones típicos y maravillosos de España. Son -somos ya- amigos del buen ver y el mejor beber y comer.
Durante el trayecto nos persigue la lluvia, arañando con sus finas uñas los ventanales del autocar. No amainará hasta el atardecer. El conductor enfila la Nacional 1 hasta la altura de Oquillas, donde se desvía por pueblos bajos, de calles desiertas, hasta el misterio sillar del monasterio de Silos.
La tierra que atravesamos fue grande en la Alta Edad Media, pero ahora muestra las puñaladas de la decadencia, en casitas de adobe o ladrillo y piedra pobres, salvo en las grandes fábricas de las iglesias. Los trigos verdecen en las lomas y en ellas se nos pierde la mirada



El cenobio benedictino que fundara Santo Domingo con las donaciones reales, aparece en todo su esplendor, quizá como con el que no tuviera nunca. El presidente Aznar, durante su mandato, se refugiaba en él para reflexionar alguna jornada de la Semana Santa, amansado por los cantos gregorianos de la comunidad del Padre Clemente, que están en los hidparéis de la música.
Nos lo enseña y explica un jovencito monje cordobés, flaco y estirado de carnes, que parece salido de una estampa del Greco. Junta las manos en las bocamangas del hábito y le castañetean los dientes por el frío afilado que arrastra el viento en el claustro románico más perfecto del mundo, en cuyo centro se yergue el famoso ciprés poetizado por Gerardo Diego: "Enhiesto surtidor de sombra y sueño, que acongojas al cielo con tu lanza.",etc. Sólo 330 almas pueblan hoy Silos, pero late de espiritualidad.

De un tirón de unos veinte kilómetros nos extendemos a San Pedro de Arlanza (Hortigüela), por unas curvas vertiginosas del costado de la Sierra de las Mamblas. Bufa el viento. Jarrea a campo abierto. Los paraguas no dan abasto a todos, y algunos vuelan.
-Pasen, señores, nos dice la guardesa, frente a un portalón de sabina o enebro que sostiene en el frontispicio la figura ecuestre y batalladora del conde Fernán González (años 930-970), "el que hizo a Castilla".
Claustro mayor, claustro menor, un pinsapo gigante con las ramas extendidas sobre los techos abiertos como un sombrilla; mezcla de estilos visigóticos, románicos, góticos y herrerianos; frescos murales arrancados y transplantados al Metropólitan Museum de Nueva York, yesos desnudos, ábsides deteriorados por la erosión del tiempo y la cleptomanía rampante y la desamortización de Mendizábal (1841), y para más INRI, unas losetas esotéricas en las que un templario jugó una partida con Satanás y le venció. Las leyendas corren de boca en boca, mientras el río Arlanza se desborda al pie de las impresionantes ruinas de la iglesia catedral y el monasterio, por entre zarzas y álamos entrelazados, recordando a los tres eremitas que perseguían a un jabalí. ¡O témpora, o mores!, que diría Virgilio.
Las sepulturas de Fernán González y Doña Sancha su esposa, que quisieron enterrarse aquí, se exhiben desde 1841 en la ex colegiata de Covarrubias, la auténtica cuna del solar patrio.
Pues a Covarrubias, la villa rachela por la belleza de sus mujeres, la ciudad medieval que ha remozado su arquitectura popular castellana, nos vamos presurosos, almorzamos un lechazo de antología burgalesa en el restaurante Tiky de su Plaza Mayor y la paseamos de parte a parte -casa de Doña Sancha, Torre de la emparedada Urraca, Oficina de Turismo, Archivo del Adelantamiento de Castilla, órgano barroco, sepulcro de la noruega Princesa Cristina, ecos de Felipe II y su médico, el Divino Vallés.- en tanto que la lluvia incesante y violenta sigue picoteando nuestros paraguas.
Cuando anochecemos en el hotel "3 Condes" de Aranda, tras sortear la ducal Lerma, le muestro mi agrado al presidente del Mester:
-Buen viaje, vive Dios, Jesús.
-Y tú que lo digas.
Vídeo de investidura de Apuleyo Soto Pajares como Socio de Honor del Glorioso Mester 

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